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  • Foto del escritorJesús Omar Rodríguez R.

El fin de las Estancias Infantiles y la dignificación de la trabajadora mexicana.

Actualizado: 2 abr 2019

Francamente ignoro si para todos haya resultado una sorpresa la decisión del actual presidente de recortar el presupuesto y eliminar el esquema existente de las estancias infantiles del gobierno federal que databa del sexenio de Felipe Calderón.


Lo que sí sé es que terminar con ese programa, que resultó ser un ejemplo a nivel internacional, es una afrenta a la dignidad de la mujer mexicana trabajadora o estudiante que se beneficiaba de estas guarderías para que, mientras su hijo se encontraba en un lugar seguro rodeado de otros niños de su edad, ella pudiera ganarse el sustento diario o bien formarse profesionalmente.


El programa de estancias infantiles era un verdadero ejemplo a seguir pues no se trataba llanamente de una dádiva del gobierno a las beneficiarias, no era una caridad, quizás ni siquiera podría catalogarse como un “apoyo”.


Era más que eso, era asumir por parte del gobierno, una responsabilidad compartida con las madres trabajadoras de México dándoles la oportunidad de desarrollarse, ya fuera profesionalmente, en un oficio o a través del comercio para con dignidad ganarse el sustento de su familia por su propia cuenta, con la tranquilidad de que su hijo o hija estaban seguros mientras lo hacía. Y no sólo la madre trabajadora, también la que estudiaba y en algunos casos algunos padres solteros o viudos que ingresaron a dicho programa.


Era dar a los pequeñitos de México la oportunidad de estar en un lugar seguro, bajo cuidado y estimulando desde temprana edad la socialización con otros niños, el lenguaje y los juegos.


Era la oportunidad para muchas personas que son, o eran dueñas de estas guarderías de tener una microempresa que además de llevar sustento a sus hogares les permitía emplear a otras personas para la operación de las estancias generando una fuente de trabajo en beneficio de su comunidad.


Era la fuente de empleo e ingreso digno a través del trabajo de muchas mexicanas que laboraban ahí como maestras, cocineras, encargadas de limpieza, etc. Lo era también de otras mexicanas y mexicanos que realizaban labores de construcción y mantenimiento en estas estancias: plomeros, albañiles, electricistas, decoradoras, costureras, etc.


El programa de estancias infantiles generaba una cadena de valor en la comunidad, dignificando el trabajo de la mujer, ya fuera beneficiaria, dueña o trabajadora (fija o eventual) de las mismas. La inversión que el gobierno hacía en este programa se multiplicaba en beneficio de muchas familias a través de este esquema.


Hoy se ha tirado a la basura ese sistema que daba valor y dignidad a la trabajadora mexicana y pretende cambiarse por una dádiva, una caridad que no va a generar valor agregado. Entregar el dinero directamente a las madres no va a sustituir todos los beneficios que traía.


El pretexto para terminar con el programa es el estribillo de siempre “había corrupción”. ¿Con el nuevo esquema no lo habrá? ¿Ese dinero realmente será para que los niños estén en una estancia infantil? ¿Qué se les pague a los abuelos por cuidar a los nietos?


¿Qué las “Yalitzas” si funcionan? Como diría mostrando su completa ignorancia, falta de sensibilidad y cinismo el “superdelegado” de Veracruz Manuel Huerta. ¿Qué se puede esperar si personas de esta calaña están en puestos claves del gobierno?


No, no hay pretexto válido para lo que se ha hecho contra esa cadena de valor que representaba el programa de estancias infantiles. Si en casa tenemos una plaga, contratamos a un fumigador que acabe con ella y haga limpieza, no la demolemos.


Si en el programa de estancias había corrupción se realiza una auditoría, se fincan responsabilidades. Se eliminan los supuestos “niños fantasmas”, se asegura que los recursos lleguen a dónde deben llegar, se revisan las concesiones y los “moches”. Se limpia el sistema para que se vaya “la plaga” sin necesidad de quedarnos sin hogar.


Pero parece que para el nuevo gobierno hay algo mejor que generar una cadena de valor, generar clientelismo. Dar una dádiva, una caridad directamente aunque esta le quite la dignidad a la trabajadora mexicana y la oportunidad de una escuelita a los pequeños.


La afrenta del “señor presidente” ha sido a la mujer mexicana trabajadora y/o estudiante al limitarle su posibilidad de generar dignamente sus ingresos y/o proseguir sus estudios, a la niñez del país y en muchísimo menor escala, a algunos hombres que se beneficiaban directa o indirectamente.



Nota: No faltará quien quiera sacar a colación el tema de la tragedia de la guardería ABC. Quién haya investigado el tema sabrá que siempre se lucró políticamente con la desgracia. La realidad es que esta guardería fue instalada en una nave industrial, al lado de una bodega con materiales inflamables (lo eran también los plafones del techo) y no contaba con salidas de emergencia. Su operación nunca debió ser avalada por protección civil. Habría que preguntarse ¿la avaló protección civil pese a ello? ¿no la avaló y aún así se le permitió operar?

Lo cierto es que a raíz de esa tragedia se generaron normas de operación muy estrictas para las guarderías del programa federal, sobra decir que éstas fueron exitosas pues basta ver que afortunadamente no ha vuelto a ocurrir un incidente grave aunque eso no implique que éstas normas no sean perfectibles y no debe bajarse la guardia en la revisión periódica de las condiciones de seguridad de los locales.


Foto: Guardería abandonada en Pripiat. (Tomada de la red, créditos a quien correspondan)

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