La Semilla
Jesús Omar Rodríguez R.
Apoyado en la baranda de la ventana de observación Jeffrey Smith contemplaba el vasto espacio que se tendía ante sus ojos. Ahí brillaba claro y anillado su objetivo, Saturno, y en específico Titán, la mayor se sus lunas.
Con los años se había acostumbrado a la gravedad magnética que la nave proveía para emular la atracción terrestre y al traje que debía usar en todo momento para evitar vagar volando por el vehículo. Casi todos los artículos de uso cotidiano estaban provistos es un recubrimiento magnético para obedecer la atracción de su gravedad artificial y hacer la vida de los tripulantes lo más parecida a la “normalidad”. Pero la vida de Jeffrey Smith no era normal.

Los hechos eran ya parte de la historia. Con la destrucción terrorista de media docena de plantas nucleares el planeta entró en su irreversible agonía y con ella la raza humana y todos los seres vivos que en ella habitaban. Tras la contaminación que inundó el planeta los gobiernos tomaron como consigna la preservación de la especie, no había nada que hacer por el resto de la humanidad. Mientras el 99.999% de la raza humana enfrentó la nube radioactiva y con ella su extinción unos cuantos tuvieron una oportunidad de sobrevivir, al menos un poco más.
Las mejores mentes de la ciencia y las artes fueron puestas a salvo en refugios subterráneos para buscar la manera de enfrentar la situación.
Se tomó una muestra representativa de las razas de la tierra y fueron evacuados del planeta a la estación espacial internacional en espera de la construcción del complejo lunar en el cual se instalarían. El objetivo: preservar el ADN humano sin mutaciones debidas a la radiación nuclear con la esperanza de encontrar la manera de establecerse en otro planeta. Vaya utopía…
Otros afortunados fueron reclutados para sustentar a los anteriores, con menor grado de protección actuarían como obreros para proveer lo necesario la los grupos anteriormente mencionados.
Se edificaron grandes invernaderos recubiertos de cristal emplomado en sitios que presentaban menor contaminación, ellos proveerían la alimentación necesaria para los individuos “muestra” que yacían a salvo fuera de la tierra. Con menor grado de pureza se cultivaba también el alimento requerido para quienes quedaban en la tierra como parte del proyecto “Humanidad”.
El resto del mundo, 7,000 millones de seres enfrentaba su extinción sin ningún privilegio.
Las fábricas de materiales para el proyecto enfrentaban la amenaza de la radiación, que alteraba el funcionamiento de los componentes electrónicos y reducía su vida útil. ¿Cómo enviar al espacio equipo si garantía de que este funcionaría correctamente?
Fue prioridad proteger los elementos dejando a los obreros en segundo plano, no hubo muchas quejas pues finalmente enfrentaban un destino menos amargo que el mundo exterior. Incluso algunos podían obtener autorización para procrear si los estudios clínicos mostraban escasas posibilidades de mutación.
Afuera, afuera la historia era distinta. Millones de personas murieron en los primeros años tras la gran catástrofe, el resto del mundo no fue tan afortunado…
Ante el escenario de devastación que se cernió, Chernobyl parecía un oasis. La radiación afectó a los cultivos y el ganado, ahora los seres humanos no sólo vivian en un mundo radioactivo, se alimentaban de él. Tras dos generaciones la esterilización se volvió obligatoria, era inhumano traer al mundo seres tan desconfigurados. Si lograban sobrevivir eran compadecidos y se les deseaba que su existencia fuera corta, el sufrimiento era inimaginable.
Las guerras por los espacios menos contaminados fueron terribles, no faltó quien intentara tomar instalaciones del proyecto “humanidad” y fueron exterminados en nombre de “la supervivencia de la raza”. No hubo miramientos en usar bombas atómicas, ya no había razón para no hacerlo.
Un siglo después, quedaban escasos humanos (si es que a esos seres podía llamárseles así) vagando por una tierra desolada. Sólo quienes habitaban dentro de las instalaciones del proyecto vivían relativamente a salvo. La dosis de radiación que recibían les permitía llevar una calidad de vida razonable si bien sabían que terminarían enfrentando el cáncer. Había que procrear de cualquier modo, el proyecto requería obreros.
Y de ese grupo de obreros, nació Jeffrey Smith.
Hijo de un ingeniero electrónico que trabajaba en una de las mayores plantas de componentes para el proyecto se interesó desde pequeño por las ciencias. Sus aptitudes lo llevaron a escalar y finalmente pasó al selecto grupo de los “sabios”. Así terminaron por llamar al selecto grupo que trataba de encontrar la manera de preservar la especie.
-Veo que sigues tu costumbre de pararte a la ventana sin observar nada- Gruñó la voz de John Williams.
-¿Te has puesto a pensar John? Prácticamente toda nuestra especie está extinta, unos cuantos viven como reyes en la Luna sólo porque tuvieron la suerte de ser elegidos como “representativos de las razas” unos más hemos sido elegidos por nuestra supuesta “sabiduría”. Miles trabajan en complejos terrestres para mantenernos y los residuos de la humanidad, esa especie de semihombres malformados vagan por el planeta extinguiéndose- Dijo todo esto sin siquiera voltear a ver al recién llegado.
-Bueno Jeff, ¿no sé si has leído algo de historia de la tierra antes de la gran catástrofe? Tengo entendido que la humanidad siempre ha tenido esa jerarquización.- Se paró junto a él.
Jeff rió. –Es gracioso John, ¿recuerdas esas granjas de insectos que se podían ver en los escasos zoológicos post-nucleares de la tierra? Hormigas les llaman. Todas trabajan mientras unas cuantas llamadas reinas no hacen nada. No somos muy diferentes de ellos-
-Tal vez entonces deberíamos preservar su raza y no la nuestra, son más pequeñas y seguro les encontraremos lugar y recursos con mayor facilidad- Bromeó John.
-Es difícil aceptarlo John, muchos años el proyecto “humanidad” buscó una manera de preservar nuestra raza y sin embargo ahora por fin han caído en la cuenta que eso no podrá ser- Caminó hacia la mesa para prepararse un café.
-No John, la humanidad esta extinta y sin posibilidades de sobrevivir. Es por esto que estamos aquí, ya no buscamos preservar la humanidad sino la vida-
-Bueno Jeff, tu eres el científico. Yo sólo soy el tripulante de la nave y aunque bien acepto que pareces tener razón no puedo hacerme a la idea de que en unos años no quede rastro de nuestra existencia- También se preparó un café.
-Lo cierto es John, que en todos estos años no se ha encontrado un planeta donde nuestra especie pueda migrar, los recursos “limpios” de la tierra se están acabando y pronto hasta los “elegidos” tendrán que comer productos contaminados.-
-Hasta ellos se extinguirán ¿eh?-
-Hasta ellos John, pero temo que no antes que nosotros.-
El tercer habitante de la nave, Frank Edwards apareció en la sala.
-¡Que molesto es entablar una conversación con la tierra!, debo esperar 10 minutos la respuesta y ese tiempo se incrementa conforme nos alejamos- Bramó Frank.
-¿Noticias interesantes?- Inquirío Jeffrey Smith
-De la tierra no mucho, sin embargo en Marte resulta que el tal Gore, el científico que lleva el proyecto Silicio dice que ha logrado construir una molécula capaz de replicarse a sí misma- Contestó Edwards.
-¡Demonios Frank! Eso quiere decir…-
-Así es Jeff, ¡está a un paso de probar que es posible tener una vida basada en silicio en vez de carbono como componente esencial!-
-Y eso no es todo Jeff, he estado en comunicación con él. Está seguro que nuestro trabajo en Titán será determinante para su proyecto.-
John Williams se levantó – Creo que mejor iré a revisar el sistema giroscópico de la nave, las ciencias de la vida no me entran a la cabeza-
-Tranquilo John- sugirió Jeffrey-Es más sencillo de lo que suena-
-Cómo tu sabes John- prosiguió Frank- Titán es lo más parecido a la atmósfera de la tierra primitiva. Es por esto que esperamos obtener pruebas que nos ayuden a determinar cómo se inició la vida-
-Lo sé-respondió John- Ese era el objetivo principal de nuestra misión, sin embargo cómo afecta este descubrimiento del silicio nuestros planes-
-El hecho es John- siguió Jeffrey- que el proyecto humanidad está perdido, sólo queda buscar que después de nuestra extinción la vida inicie de nuevo, desde cero. Así en unos cuantos millones de años llegará a un punto de evolución equivalente al nuestro-
-Así es-contestó Frank- y lo interesante es que una vida basada en silicio en vez de carbono puede llegar a ser más resistente al ambiente radiactivo de la tierra…-